martes, 15 de julio de 2014

El Papa y Hitler


En 1939, Pacelli fue nombrado Papa, y tomó el nombre de Pío XII. Comenzaba la Segunda Guerra Mundial. Desde el Vaticano se desarrollaba una cruzada contra “el bolchevismo”, que él continúo con entusiasmo, y que tuvo gran importancia política luego de 1945 y durante la Guerra Fría. Desde el inicio de su papado, Pío XII mantuvo un total silencio y “neutralidad” ante el avance del nazismo y sus crímenes espantosos.
Uno de los hechos más atroces y documentados se refiere a la deportación de los judíos romanos, en 1943. En octubre, camiones de las SS entraron al viejo gueto de Roma y comenzó la redada. El objetivo era concentrar algo más de un millar de hombres, mujeres y niños, en el Collegio Millitare, para luego embarcarlos en trenes hacia el norte. Pacelli rápidamente tuvo noticias del operativo. Algunos de los camiones tomaron un camino que les permitiera pasar delante de la Plaza de San Pedro, se dice que para que los SS alemanes pudieran apreciar la Basílica… Se dice también que los judíos gritaban, tratando de llamar la atención del Pontífice… Hubo muchas presiones para que Pío XII se pronunciara denunciando la deportación. Incluso autoridades de ocupación preferían que no se hiciera el operativo, temiendo una rebelión del pueblo romano. Pero Pacelli guardó silencio. Luego de la caída de Mussolini y a medida que se aproximaba la caída del nazismo se acrecentaron los reclamos sobre la complicidad de Pío XII con el Tercer Reich, tanto desde los países ocupados como de integrantes de la propia Iglesia Católica. En un giro total, desde 1945 el Vaticano adoptó un discurso “democrático” y se plegó a las celebraciones de la liberación.

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