Durante todos estos años hemos asumido que George Lucas y su
equipo de artistas de los efectos especiales habían utilizado algún
tipo de oscura técnica de composición paleodigital para crear en 1977
la apertura de “La Guerra de las Galaxias”, esas letras ya icónicas que se
arrastran en perspectiva hasta perderse y que hablan de hace mucho tiempo en
una galaxia muy, muy lejana.
La forma en que realmente lo
hicieron es realmente pintoresca: con una cuerda que marcaba el camino de la
cámara, la cual iba deslizándose hacia atrás para lograr la perspectiva del
texto sobre el suelo.
De
acuerdo con Dennis Muren, quien trabajó en las tres películas de la
trilogía original, las letras fueron impresas en unas láminas de
aproximadamente 2 m. por 50 cm., que se retroiluminaban por debajo en unos
toscos soportes sujetos por mucha cinta americana. El efecto arrastre se
llevó a cabo por la cámara moviéndose longitudinalmente a lo largo del modelo.
Era una técnica difícil y requería mucho tiempo
lograr un efecto desplazamiento suave. Y sobre todo centrado, por lo que la
cuerda fue vital para que la cámara no se saliera del estricto eje central, evitando
que las letras se perdieran en el infinito con cualquier tipo de deriva
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